LA VOLUNTAD, UNA FUENTE DE ENERGÍA SIN LÍMITES.
Esta historia comienza en Winchester, Mass, hace 43 años, cuando
Rick durante su nacimiento se estrangulaba por el cordón umbilical alrededor de
su cuello, dejándole el cerebro dañado e incapaz de controlar sus miembros.”
Será un vegetal el resto de su vida” le dijeron los doctores a Dick Hoyt y a su
esposa Judy, y que lo mejor sería que cuando cumpliera 9 meses lo dejarán en una
institución. Pero estos padres ni siquiera lo consideraron. Se dieron cuenta de
como Rick les seguía con la mirada por la habitación cuando estaban con el.
Cuando Rick cumplió 11 años, le llevaron al departamento de ingeniería de la
Universidad de Tufts y preguntaron si había algo que les permitiera comunicarse
con su hijo. De ninguna manera, les dijeron, “Nada sucede en ese cerebro”.
Cuéntenle un chiste, pidió Dick. Lo hicieron y Rick se sonrió.
Mucho sucedía en ese pequeño cerebro. Auxiliado por una computadora
que le permitía controlar el cursor con un lado de su cabeza, Rick finalmente
fue capaz de comunicarse. Sus primeras palabras: “¡Go Bruñís!”, (un equipo de
jockey). Más tarde, un compañero de clase quedo paralizado por un accidente de
automóvil y la escuela organizó una carrera de caridad para recoger fondos.
Rick escribió: “Papa, quiero hacer eso”.
Si, claro. Como iba Dick, quién se autodefinía como un jugador
de poker, que nunca había corrido más de una milla seguida, a empujar a su hijo
por 5 millas ¿¿?? Sin embargo, lo intentó. “Entonces fui yo el incapacitado,
dijo Dick.
¡¡Estuve dolorido por 2 semanas…! Ese día cambió la vida de
Rick. Papá, escribió: cuando estábamos corriendo, parecía que yo ya no era el
más incapacitado. Y esa expresión cambio la vida de Dick para siempre. Se
obsesionó con darle a su hijo esa sensación tan frecuentemente como pudiera.
Dick tenía una barriga cervecera, sin
embargo junto con Rick iba a intentar correr la Maratón de Boston de 1979. De
ninguna manera, le dijo uno de los organizadores del evento. Los Hoyts no eran
un solo corredor ni tampoco un solo competidor en silla de ruedas. Por algunos
años Dick y Rick simplemente se unieron a todo el mundo en la carrera y
simplemente corrieron, Dick con su hijo Rick a su espalda.
Entonces encontraron una forma de entrar en la carrera
oficialmente. En 1983 corrieron otra maratón, pero tan rápido que se
calificaron para el maratón de Boston en el año siguiente. Entonces alguien le
dijo: “¿Hey Dick, porqué no un triatlón?” ¿Como un tipo que nunca aprendió a
nadar y que no montaba en una bicicleta desde que tenía 6 años, iba a cargar
con su hijo incapacitado de 110 libras a lo largo de un triatlón? Y, sin
embargo, Dick lo intentó.
Ahora ellos han
finalizado 212 triatlones, incluyendo 15 competiciones de “IronMan” en Hawai.
Debe de ser humillante ser un estudiante de 25 años y verse pasado por un tipo
más viejo con un muchacho en un morral en su espalda, ¿no crees?
Hey, Dick, ¿porqué no tratas de hacerlo tu solo? alguien le
preguntó. “Que va”, dijo. Dick lo hacía solo por el placer que le daba ver a
Rick sonriendo mientras corrían, nadaban y pedaleaban juntos. Este año, a la
edad de 65 y 43, Dick y Rick finalizaron su maratón de Boston número 24, en el
lugar 5.083 con más de 20.000 participantes. Su mejor tiempo: 2 horas 40 min.
En 1992, solo 35 min. más que el record mundial, el cual, en caso de que tu no
lleves las estadísticas de estas cosas, lo ostenta un tipo que no tuvo que
empujar a otro hombre en una silla de ruedas al mismo tiempo que corría.
Sin duda alguna,
Rick escribió: Mi padre es el padre del siglo. Dick obtuvo algo más de todo
esto también. Dos años atrás sufrió un ataque al corazón, no muy severo,
durante una carrera. Los médicos encontraron que una de sus arterias estaba
obstruida en un 95%. “Si no hubieras estado en tan excelente forma…” le dijo
uno de los médicos que lo atendía, probablemente hubieras muerto hace 15 años.
Entonces, de alguna manera, Dick y Rick se salvaron el uno al otro. Rick, quién
tiene su propio apartamento y trabaja en Boston, y Dick, retirado y que vive en
Holland, Mass., siempre hallan la manera de encontrarse y de estar juntos. Dan
charlas y conferencias por todo el país y compiten en una que otra carrera los
fines de semana, incluyendo, por supuesto, el día del padre. Esa noche, Rick le
obsequió a su padre con la cena, pero lo que realmente quería darle era un
regalo que nunca podrá comprar. “La cosa que mas quiero en el mundo”, escribió
Rick, es que mi padre se siente en mi silla y que yo le empuje aunque sólo sea
una vez…
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